jueves, 10 de noviembre de 2011

Dormir sin lagrimas.

Fragmento del Libro de Rosa Jové donde se explica porque dejarlo llorar no es la solución.
Y la metodologia para llevar a cabo un sueño tranquilo en tu niño.


Todo lo que quiso saber sobre el sueño infantil
No conocemos la infancia; sobre las falsas ideas que se poseen,
cuanto más se abunda más nos equivocamos. Los más sabios buscan
siempre al hombre en el niño, sin pensar en aquello que éste es antes
de ser hombre.

El sueño es un proceso evolutivo
La única cosa que conocemos de la naturaleza humana es que
cambia.

Imaginen un bebé de siete meses gateando. A su alrededor,
toda la familia, embelesada, admira la adquisición de sus principales
metas motrices. Incluso algunos, seguramente la abuela,
vaticinan lo pronto que andará porque ha sido muy precoz
para gatear. Todos ellos conocen la evolución de los bebés
y saben perfectamente que todo niño sano algún día andará.
El suyo no será una excepción.
Pero imaginen ahora que alguien desconociera el desarrollo
evolutivo. Alguien a quien, siendo de otro planeta,
le dieran en adopción un pequeño terrícola. Cuando su hijo
empiece a gatear... ¿no se extrañará de aquella conducta
que ningún otro humano tiene a la hora de desplazarse?
¿No se preocupará y pensará: «¿Y si no aprende a andar?»
Y, sin saber lo importante que es para un niño gatear, le
empieza a prohibir realizar aquella acción a cuatro patas
(que más le asemeja a los animales que a las personas) y le
obliga a deambular erguido (cosa que el niño, al principio,
no hace con mucha soltura tanto que suele llorar de las caídas
que se da). Al cabo de unos meses (curiosamente entre
los 12 y los 18), y gracias a la dedicación paternal, el niño
empieza a andar.1
El sueño es un proceso evolutivo. Todo niño sano, aunque
actualmente presente despertares frecuentes o algún
problema a la hora de acostarse, va a dormir correctamente
algún día.
En líneas generales, si conocemos cómo evoluciona el
sueño infantil y actuamos en consecuencia, propiciaremos
que los niños desarrollen correctamente este proceso y minimizaremos
al máximo la aparición de problemas.
Hoy en día se sabe que los esquemas básicos del sueño ya
comienzan a formarse antes de que el niño nazca. Hablar por
lo tanto del sueño antes del nacimiento nos va a descubrir
toda una evolución que se prolongará mientras dure nuestra
existencia. El sueño es algo que va ligado a nuestro desarrollo,
por lo tanto siempre cambia, pero este cambio no es brusco,
sino que se va modificando sigilosamente conforme vamos
Si les parece exagerado el ejemplo, vean la película de Nicholas Ray
Los dientes del diablo (1959), protagonizada por Anthony Quinn. En ella, una
pareja de esquimales que vive sola y apartada, tienen un bebé que nace.... ¡sin
dientes! Para los esquimales son vitales puesto que sin ellos no pueden comer
las carnes curadas y secas, ni curtir las pieles que les sirven de abrigo, por lo que
estos padres piensan que es un castigo divino y se sienten desolados. Cuando a
los pocos meses al bebé le empiezan a salir los pequeños dientecillos creen que
es gracias a lo mucho que han estado implorando. En ningún momento se les
ocurrió pensar que era normal lo que estaba sucediendo.
creciendo y envejeciendo y, al igual que ocurre con nuestro
crecimiento o envejecimiento, únicamente lo notamos cuando
hace más tiempo que no nos observamos.
Familiarizándonos con el sueño
Antes de comenzar a hablar del sueño infantil vamos a
explicar brevemente el vocabulario básico para facilitar la lectura
de los apartados sucesivos.
Tranquilos, comenzaremos con nociones sencillas que
ampliaremos en capítulos posteriores.
Los adultos no dormimos durante toda la noche de la
misma manera, sino que tenemos momentos de sueño más
superficial frente a otros de sueño más profundo; y vamos
cambiando de uno a otro varias veces durante todo el tiempo
que dormimos.
Veamos:
Cuando empezamos a dormir notamos que nuestros
músculos se aflojan y nos caen los párpados, pero el sueño
aún es muy superficial (fase 1) . 2 Si en ese momento le preguntan
si está dormido, usted jurará que tan sólo tenía los
ojos cerrados. Y si esto le ocurriera en una clase mientras estuvieran
pasando lista, al oír su nombre usted podría contestar:
«¡Presente!»
Pero si no pasan lista, su sueño se vuelve más profundo,
y si el profesor le llamara para salir a la pizarra, usted no con-
2 La mayoría de autores utilizan indistintamente «estadio» o «fase» para
referirse a lo mismo. En este libro también se hará así para agilizar la redacción
y no ser tan repetitivos.
testaría a la primera. Necesitaría que repitiera su nombre, esta
vez en tono más alto (fase 2).
Conforme pasa el tiempo el sueño se vuelve más profundo
(fases 3 y 4). En esos momentos se pierde la capacidad
de respuesta a los estímulos auditivos y táctiles normales
y necesitaríamos de un gran estruendo (o del
codazo de un compañero de clase) para despertarnos.
Nuestra mente está profundamente dormida pero nuestro
cuerpo puede moverse. Por eso, en este momento
usted podría articular algunos sonidos o palabras, lo que
provocaría las risas de sus compañeros o la expulsión de
la clase.
Si no sucede nada de todo esto, a continuación, usted
entrará en fase REM. La fase REM es aquella en la que soñamos
(en la cual nuestro cuerpo está profundamente relajado,
casi paralizado, pero nuestra mente presenta una gran actividad).
Si su profesor le llama lo suficientemente fuerte, puede
que se despierte solo, pero seguramente permanecerá unos
segundos sin saber qué movimientos hacer.
A todo esto se le denomina ciclo. Cada ciclo tiene una
duración diferente según cada sujeto y la edad que éste tenga,
desde unos 50 minutos en el bebé a unos 90-120 minutos
en los adultos. Al terminar cada ciclo, e incluso dentro de las
diferentes fases de cada ciclo, se dan una serie de breves despertares
(entre 6 y 10 cada noche) denominados microdespertares,
y vuelta a empezar. Así hasta unos 4, 5 o 6 ciclos
por noche, según la duración de los mismos o lo dormilones
que seamos.
Muchos autores lo comparan al descenso por una escalera,
en la que cada peldaño sería una fase más profunda del
sueño, y por ello se suele representar así:
1 ciclo
Niños: duración de 45 a 60 minutos
Adultos: duración de 90 a 120 minutos
Aunque cada ciclo tiene una duración estable en cada
sujeto (es decir, los que hacen ciclos de 90 minutos suelen
hacerlos siempre igual), no pasa lo mismo con las fases que
integran cada ciclo. Así, durante la primera parte de la noche
se da más tiempo de sueño profundo mientras que en la
segunda mitad de la noche se incrementa el sueño REM.
Veamos a continuación cómo sería un hipnograma, o gráfica
del desarrollo de toda una noche de sueño, de un niño
mayor de 7 meses (gráfica 2).
3 Esta gráfica es una simulación. No piense que todos los niños de esa edad
duermen «exactamente» así.
Observen lo siguiente:
• Durante la primera mitad de la noche el sueño profundo
ocupa mayor número de horas y en la segunda
mitad es el sueño REM el que aumenta.
• El número de microdespertares que se dan cada
noche. Estos tienen su razón de ser por motivos de
control y de vigilancia (8 horas desconectados del
mundo podrían ser muy perjudiciales para el ser
humano) y por razones de salud (cambio de postura
para la salud de la piel, músculos y articulaciones).
• Pero sobre todo, observen la diferencia entre esta gráfica
y la siguiente, en donde se compara el sueño de un
niño, el de un adulto y el de un anciano (gráfica 3). El
sueño es un proceso evolutivo, nunca podrá dormir
igual un bebé que una persona adulta.
Repasemos un poco más a fondo qué sucede en cada una
de las fases:
1. Vigilia: Se trata del tiempo que pasamos despiertos.
Podemos diferenciar entre vigilia activa, cuando estamos
más despiertos y predispuestos para el aprendizaje
o trabajo, y vigilia pasiva, cuando estamos más
relajados, por ejemplo cuando leemos o vemos la tele.
Vemos (gráfica 4) que son ondas muy rápidas y de
poca amplitud.
2. Sueño tranquilo: también llamado sueño no-REM
(NREM), o sueño lento. Consta de varios estadios:
2S
Estadio I: es un estado de adormecimiento. Los ojos se
cierran, los músculos se aflojan. Si se le despierta, usted
tiene la sensación de que no ha llegado a dormirse, pero
si se le pregunta por algo no sabe contestar qué pasó
con precisión. Las ondas son más lentas y amplias.
Estadio II: es un sueño ligero. Dormimos, es cierto,
pero cualquier ruido inesperado puede despertarnos.
Entre el estadio I y II sumamos el 50% del sueño total
en los adultos. Es decir unas 4 horas.
Las ondas son semejantes al estadio I, pero hay unas
ráfagas de actividad (ondas más rápidas y de menor
amplitud) seguidas de otras mucho más largas y pausadas,
llamadas complejos K.
Estadio IV: no, no nos hemos saltado el tercer estadio,
simplemente, al ser un estadio de transición al IV, poco
se diferencia del que vamos a explicar a continuación.
En éste, vemos como las ondas son cada vez más pausadas,
lentas y amplias. La respiración y los latidos del
corazón se estabilizan. Aún podemos movernos, pero
nuestros músculos están muy relajados y nuestra mente
profundamente dormida.
3. Sueño REM: también llamado sueño paradójico o sueño
activo. Durante el mismo observamos cómo los ojos
se mueven (de ahí el nombre: Rapid Eyes Movement),4
Movimientos rápidos de los ojos. En nuestra lengua también se suele traducir
por «sueño MOR» (Movimientos oculares rápidos).

DIAGRAMA DE LAS ONDAS CEREBRALES EN CADA
FASE DEL SUEÑO Y VIGILIA
pero el resto del cuerpo permanece paralizado debido
a una atonía muscular. Hay una desconexión entre el
cerebro (con una actividad importante) y el cuerpo (sin
actividad).

En esta fase tendrán lugar los sueños. Se cree que a través
de ellos el cerebro ensaya situaciones y/o asimila
las que ya ha vivido durante el día. Debido a ello se
instalan nuevos aprendizajes y se superan situaciones
angustiosas.
No obstante, todo lo anterior solamente responde al
modelo de sueño de un adulto estándar. Y como ya hemos
dicho que el sueño es un proceso evolutivo, veamos a continuación
cómo se va formando este proceso.
El sueño prenatal
Si pensaban que los niños empezaban a dormir a partir
del nacimiento, se equivocan. Se ha comprobado que los bebés
en estado fetal, sobre todo en el tercer trimestre de gestación,
ya presentan momentos de vigilia seguidos de momentos de
inactividad muy semejantes a las fases de sueño que tienen los
recién nacidos. Es decir, ningún niño tiene que aprender a
dormir porque, se lo crean o no ya nacen sabiendo.
Se han descrito dos patrones de sueño en el bebé antes
de nacer:
• Sueño activo.
• Sueño tranquilo.
El sueño activo, es decir, lo que con el tiempo llegará a
convertirse en sueño REM, es el primero en aparecer, hacia
el sexto mes de gestación.
El sueño tranquilo (que en el adulto se convertirá en las
fases I, II, III y IV) aparece algo más tarde, hacia el séptimo
mes de embarazo.
Hay autores que incluso fechan la aparición un poco antes
de estos periodos. En todo caso, hacia el octavo mes todos
los periodos están ya bien establecidos y se van alternando.
Hay dos aspectos curiosos del sueño fetal. El primero es
que un bebé intrauterino movidito no es sinónimo de un
recién nacido intranquilo y viceversa.
La segunda curiosidad del sueño fetal es que es independiente
del sueño de la madre. Nada tiene que ver si la madre
duerme o está despierta con los patrones de sueño de su futuro
bebé. Es más, la mayor parte de las madres se «quejan» de
que los periodos en que más se mueve su hijo en el vientre
coinciden con aquellos en que ellas reposan. María, una
mamá primeriza contaba lo siguiente:
Es curioso, pero nada más que termino mi jornada
laboral y me dedico unos minutos a relajarme, estirada en
el sofá, mi bebé se pone a dar las pataditas más fuertes y
numerosas de todo el día. Supongo que cuando se da cuenta
que no hago nada debe pensar: «Voy a saludar a mamá».
Lo divertido del caso es que también lo hace cuando duermo
por la noche.
Hoy en día está bastante admitido que los bebés suelen
presentar periodos de mayor movilidad (lo que no implica
que estén despiertos) entre las nueve y las doce de la noche.
Probablemente sea debido a la tasa materna de glucosa en
sangre y a la secreción de cortisol, puesto que este patrón de
actividad desaparece una vez que el niño nace.
Otras teorías, de origen antropológico y etnológico, nos
hablan de que los bebés primates suelen mostrar menos actividad
cuando sus madres corren o están muy agitadas, y que
se mueven más cuando éstas cesan sus actividades. Quizás
esto se «aprende» de alguna forma en el vientre materno.
Y ¿por qué es así? Pues imaginen dos mamas mono con
sus bebés en plena selva, cuando de repente... ¡aparece un
león! Las dos huyen despavoridas. En el primer caso el pequeño
primate nota que su madre inicia una gran actividad, se
agarra a ella como una lapa, calla, permanece quieto y molestando
lo menos posible en la huida. En el segundo caso el
bebé llora y se mueve mucho, con lo que la madre se ve obligada
a disminuir la marcha.
¿Qué mona tiene más probabilidades de huir rápido? ¿A
quién encontrará antes el león?
El hombre primitivo, del que según los entendidos apenas
nos separan cuatro días de evolución (si lo comparamos
con el origen de todo) no era muy diferente de esa mona y
seguramente conductas como estar quieto ante la actividad
de la madre nos han permitido escapar de muchos peligros.
Los bebes, antes de nacer emplean, a lo largo del día, aproximadamente
un 25% del tiempo en un estado de sueño tranquilo
y del 60 al 70% en un estado de sueño activo. El resto
corresponde a periodos de alerta.
¿Por qué tanto tiempo en sueño activo? ¿Sueñan los fetos?
¿Qué puede soñar un feto?
Si bien en sueño activo o REM es cuando se dan los sueños,
en los fetos y recién nacidos no se sabe qué pueden soñar.
A lo mejor nuestro cerebro nos da un anticipo de atraccio-
nes y sensaciones que aún no han llegado, y nos prepara para
reconocerlas en cuanto las tengamos.
Sea como sea, lo que sí sabemos es que algunas de las funciones
del sueño activo son las de ajusfar las conexiones neuronales,
las de reconectar los circuitos cerebrales e instaurar
aprendizajes, pues ¡qué mejor época para hacer todo esto que
cuando uno se está formando! De ahí que tanto en bebés en
estado fetal como en los que ya han nacido, el sueño REM
ocupe la mayor parte del tiempo.
Una de las constantes a lo largo de este primer capítulo
será mostrarles cómo la mayoría de las necesidades que tenemos
en cada periodo de nuestra vida, es ayudada, satisfecha
o auspiciada por el sueño. Por eso, como nuestras necesidades
evolucionan, el sueño también.
En este caso, el hecho de que un bebé intrauterino necesite
frecuente estimulación cerebral se corresponde con un
incremento de fase REM, que es aquella en la que nuestra
actividad cerebral es mayor.
Dormir es una necesidad vital y, por lo tanto, va evolucionando
a medida que las necesidades del individuo así lo
requieren. El sueño se sincroniza con nuestras necesidades
en cada momento de nuestra vida, antes o después del nacimiento,
y alterar eso puede producir efectos nocivos.
El sueño del bebé de 0 a 3 meses
«Dormir», «estar en brazos de Morfeo»... como quiera
que lo llamemos, es algo especial. Es una necesidad tan básica
para vivir como lo es el comer, el beber o el respirar. Por
ello, la naturaleza ya se encarga, desde antes de nacer, de que
sepamos hacer estas cosas desde el mismo instante en que
vemos la luz.
Un bebé, apenas nace, empieza a respirar por sí solo: ese
primer aliento nos avisa de sus recién estrenados pulmones.
También sabe tomar su alimento, si se le ofrece. De hecho,
numerosos estudios indican que si se le deja libre acceso al
pecho de su madre, durante las dos horas posteriores al parto,
la mayoría de bebés se prenden solos y correctamente.5 Y también
nacen sabiendo dormir, como ya hemos visto anteriormente.
Y no sólo saben sino que, según las estadísticas, es algo
que practican la mayor parte del día, entre 14 horas los más
despiertos y 20 horas los más dormilones.6
Los recién nacidos necesitan comer frecuentemente para
evitar hipoglucemias (descensos del nivel de azúcar en sangre)
y crecer. Recuerden que durante el primer año han de
triplicar su peso. ¡Nunca más creceremos tanto de forma
natural!
Por lo tanto, no pueden tener un sueño muy continuado
y necesitan pequeñas siestas a lo largo de las 24 horas del
día para poderse despertar frecuentemente y comer. Si los
bebés tuvieran el mismo tipo de sueño que tenemos los adultos
sería muy peligroso para ellos. Piensen que los bebés que
en los primeros días tienen periodos de sueño excesivamente
largos y hacen tomas muy espaciadas suelen ser la preo-
5 Quizás los estudios más conocidos sean los publicados por la Organización
Mundial de la Salud (OMS) en Pruebas científicas de los diez pasos hacia
una feliz lactancia natural.
6 Se pueden consultar en el siguiente capítulo las tablas horarias de sueño
infantil.
La preocupación de muchos pediatras. En general, es mejor síntoma
de salud el que un bebé sea despierto y comedor que extremadamente
soñoliento e inapetente.7
Siempre acabamos llegando al mismo punto: el sueño y
las necesidades del niño van de la mano, enlazados inseparablemente
como eslabones de una misma cadena.
Ésta es la razón por la que vamos a explicar qué
requieren los bebés de este periodo (0-3 meses) para ver
cómo el sueño se va adaptado a todo aquello que van a
necesitar.
1. Y... ¿qué necesita un bebé?8
—Alimentarse frecuentemente.
—Mantener la alerta de un cuidador.
—Desarrollar la mente.
—Madurar.
—Ejercitar la succión.
• Alimentarse frecuentemente
Bastante hemos hablado ya de la importancia que
tiene para un bebé el comer frecuentemente para
La excesiva somnolencia e inapetencia en recién nacidos está asociada
a bebés hipotónicos o con patologías relacionadas con el retraso mental,
síndrome de Dawn, etcétera, de ahí que los pediatras se preocupen. De todas
formas, no siempre un niño soñoliento e inapetente implica un niño enfermo.
No se pretende hacer un manual de pediatría infantil, tan sólo nombrar
aquellos aspectos más importantes que necesita un recién nacido. No es una
enumeración exhaustiva, sino orientativa.
crecer y evitar hipoglucemias. Es por esta razón que
los principales organismos en materia de alimentación
infantil, tanto a escala nacional como internacional10,
recomiendan que la alimentación en los
lactantes sea a demanda, es decir, tan frecuente
como ellos pidan y que, bajo ninguna circunstancia,
se les retrase innecesariamente la ingesta de alimento.
Así que ya lo ven, no hay nada peor para un lactante
(y en este sentido no se hace diferencia entre lactancia
materna y artificial) que pautar las horas de sus
comidas. Descarten por tanto cualquier consejo en
este sentido, pues no sólo carece de fundamento, sino
que puede resultar perjudicial.
Mantener la alerta de un cuidador
En poco se diferencian nuestros bebés de aquellos que
nacieron hace miles de años. En aquel entonces los
bebés que, separados de sus madres, sabían mantener
más la alerta de ésta (es decir, los más protestones) vivían
más.
Pensemos por un momento en esa época de la historia,
la que mis hijos bautizan, contra todo rigor cien-
9 En el caso de los bebés amamantados, el comer frecuentemente también
ayudaría al establecimiento de la lactancia materna.
10 OMS (Organización Mundial de la Salud), UNICEF (Fondo de las
Naciones Unidas para la Infancia), ESPGAN (Sociedad Europea de Gastroenterología
y Nutrición Pediátricas), AAP (Academia Americana de Pediatría) y
AEP (Asociación Española de Pediatría).
11
Un proyecto cientitífico, como «edad de los picapiedra» e intentemos
imaginar las siguientes escenas:
Escena n0 1:
Dos bebés picapiedra están con sus mamás recogiendo
frutos. Se han dormido y como están regordetes y pesan
mucho, sus mamás se sienten tentadas de dejarlos en un
improvisado lecho de paja en el suelo y continuar su labor.
Al poco rato los bebés se despiertan llorando. En uno
de los casos su mamá acude enseguida, lo recoge en brazos,
lo consuela y se lo lleva con ella. En el segundo de los
casos la madre hace «oídos sordos» mientras la mayoría de
los depredadores de la zona empiezan a agudizar el oído a
la vez que afilan sus hermosos caninos.
¿Qué bebé tiene más posibilidades de sobrevivir?
Escena n° 2:
Dos bebés picapiedra están con sus mamás recogiendo
frutos. Se han dormido y como están regordetes y pesan
mucho, sus mamás se sienten tentadas de dejarlos en un
improvisado lecho de paja en el suelo y continuar su labor.
Al poco rato, el primero de ellos, un bebé muy inquieto
y tragón, se despierta llorando. Su madre acude ense-
El doctor Carlos González, con anterioridad a la aparición de este libro,
tiene un relato precioso y muy divertido sobre este aspecto que merece ser leído.
En él me inspiré yo para escribir estas escenas. González, C. (2003).
guida, lo recoge en brazos, lo consuela y lo vuelve a dejar.
Cuando la escena ya se ha repetido varias veces, la madre,
mujer práctica donde las haya, decide llevarlo atado a ella
para poder realizar su trabajo.
En cambio el otro bebé, que es de los que si se despierta
no protesta, pasa muchas horas sin ver a su mamá,
que prosigue su recolección tranquilamente por los campos
más lejanos. Mientras tanto, atraídos por el olorcito
que desprende el pequeño cavernícola, una jauría de lobos
salvajes decide montar un picoteo.
¿Cuál de las dos madres tiene más probabilidades de
ser abuela?
Lo han adivinado. Nosotros somos descendientes de
ellos, de los protestones, y seguimos haciendo lo
mismo para sobrevivir: intentar que nos vigilen mientras
somos inmaduros.
Los humanos somos una especie altricial, es decir, que
cuando nacemos, no nos valemos por nosotros mismos,
sino que necesitamos el cuidado de otro, en general,
de la madre. Por ello los niños lloran si se sienten
solos, por ello la mayoría de las madres (actualmente
también) llevan a sus bebés encima, en brazos o atados
a su cuerpo.
Seguramente pensarán que hoy en día esto no es necesario
puesto que en nuestra sociedad no hay depredadores
y los padres se preocupan de sus hijos. Pues no.
Descartando a toda la población mundial que todavía
vive en sociedades primitivas, en la selva o el desierto,
expuestos a peligros similares, aún nos quedan esos
niños nacidos en familias que no se ocuparían de ellos
si no protestaran. ¿Acaso piensan que la frase «quien
no llora no mama» se inventó ayer?
Por lo tanto es muy importante tener recursos y mecanismos
desde que nacemos para mantener a nuestros
progenitores cerca. Uno de ellos es alternar breves
periodos de vigilia con periodos de sueño.
1.
• Desarrollar la mente
Todos coincidimos en que el ser humano desde
que nace hasta que es adulto va a desarrollar su
mente y su cognición de una forma asombrosa. El
hombre es capaz de aprender infinidad de cosas y
hacer de su mente y su cerebro una herramienta
poderosa.
Para conseguirlo, desde el preciso instante en que nacemos
(incluso antes), nuestro cerebro desarrolla conexiones
a través de los estímulos que recibe.
¿De dónde saca un recién nacido estas estimulaciones
si duerme la mayor parte del día? Pues, además de los
periodos en que está despierto, básicamente gracias a
su estilo de sueño: superficial (capaz de despertarse
ante nuevos estímulos) y con un gran porcentaje de
fase REM (aquella en que, a pesar de dormir, nuestro
cerebro está más activado.)
• Madurar
Imaginad un pequeño potrillo recién nacido: al poco
rato o corretea al lado de su madre o está enganchado
do mamando. A parte de su tamaño y de su alimentación,
hay pocas diferencias a como será de mayorcito.
Pero un bebé humano no. Un bebé humano es muy
diferente a un adulto tanto a nivel físico, como sensorial
o comportamental. Cuando nacemos apenas
tenemos unos pulmones a medio estrenar, no sabemos
andar, ni hablar (muchos padres darían lo que fuera
porque sus bebés les dijeran qué les pasa cuando lloran)
ni siquiera tenemos toda la dotación sensorial de
un adulto.
Como ya hemos dicho anteriormente, somos una especie
altricial, es decir somos seres muy inmaduros y que
necesitamos de los cuidados de otros para sobrevivir.
En general, físicamente, venimos muy mal preparados
al mundo. Somos débiles en muchos aspectos.
Es muy importante que desarrollemos esta maduración
que nos permitirá un día ser independientes y
autónomos.
• Ejercitar la succión
Un bebé necesita succionar varias horas al día, no sólo
para comer, sino porque es (junto con el llanto) uno
de los pocos medios que tiene para expresarse y consolarse.
También le ayuda a conocer el mundo que le
rodea, ya que a través de la boca aprende sensaciones
como caliente y frío, dulce o amargo, suave o áspero.
Un bebe necesita mamar para calmarse del ajetreo,
para relajarse, para... ¡para casi todo! Es por ello que
se han inventado los chupetes (una burda imitación
en silicona de un pezón).
41
Por lo tanto el sueño infantil va a favorecer todo aquello
que necesita un bebé, porque va sincronizado con
sus necesidades.12
2. Entonces... ¿cómo es el sueño a estas edades?
—Bifásico.
— Ultradiano.
—Polisecuencial.
—Mayor porcentaje de sueño REM que en el adulto.
—Inicio del sueño directamente en fase REM.
• Bifásico. Tan sólo tiene dos fases (sueño activo o REM
y sueño lento), de una duración de unos 50-60 minutos.
Por eso difícilmente va a hacer siestas de mayor
duración sin despertarse. Puede que poco a poco vaya
juntando una fase con otra, lo que le permitirá dormir
algo más, pero en principio no es así.
Dicho carácter bifásico provoca que el niño se despierte
frecuentemente para poder comer, cosa que ya
hemos visto le evita hipoglucemias. El hecho de comer
frecuentemente también le ayuda a mantener la producción
de leche en su madre en este primer periodo
de su vida, por lo tanto se está asegurando su alimento.
Eso, sin mencionar que su estómago es muy pequeño
y las cantidades que puede ingerir también.
12 ' A continuación, se resaltan en cursiva las necesidades anteriormente citadas
(alimentarse frecuentemente, mantener la alerta, desarrollar la mente, madurar
y ejercitar la succión) en las características del sueño que vienen a continuación.
Además, se despierta para poder estimularse y conocer,
poco a poco, el entorno. Esto desarrolla su mente,
pero como suele cansarse pronto, suele dormirse otra
vez para volverse a despertar cuando esté descansado
y poder aprender mejor. La mayoría de recién nacidos
tienen la sorprendente capacidad de desconectar13
cuando reciben demasiados estímulos, algo que se desaprende
con el tiempo.
El estar despierto le ayuda a mamar mejor (aunque
muchos también pueden hacerlo casi dormidos) y a
relacionarse con su madre.
También propicia la atención (mantener la alerta) de
la persona que le cuida, ya que al saber que puede despertarse
frecuentemente nadie deja solo a un bebé
durante mucho tiempo.
Ultradiano. No diferencia entre el día y la noche. Por
lo tanto el bebé se está asegurando que las tomas de
alimento y todas sus necesidades también le sean dadas
por la noche.
Polisecuencial. Es decir, se reparte en varias secuencias
(veces) a lo largo de todo el día. A diferencia del adulto
que suele ser unisecuencial (sólo duerme por la
noche) o bisecuencial (duerme por la noche y alguna
siesta). Esto le ayuda a mantener a su cuidador cerca,
a poder comer frecuentemente y a descansar a menudo
13 Los que no saben desconectar pueden manifestar un gran nerviosismo
que provoca que sus madres intenten calmarlos, consiguiendo así desconectar
también.
del bombardeo de estímulos que recibe al principio de
su vida, y asimilarlos a través del estadio REM: eso
desarrolla su mente.
• Mayor porcentaje de sueño REM que en el adulto. Se
cree que durante el sueño REM nuestro cerebro integra
los aprendizajes. Un bebé que sólo está despierto
entre el 20 y el 40% del día necesita integrar bien los
aprendizajes que realiza en tan poco tiempo, así como
estimularse durante las horas que duerme. En este sentido
el sueño REM parece que también ayuda a los
bebés a desarrollar su mente durante el sueño.
• Inicio del sueño directamente en fase REM. El bebé, a
diferencia del adulto, puede entrar en fase REM directamente
sin pasar por las otras fases de sueño lento.
¿El motivo? Se supone que mientras el sueño profundo
ayuda al individuo a descansar el cuerpo, el sueño
REM ayuda a reorganizar el cerebro, la memoria y los
procesos de aprendizaje. Un bebé no suele cansarse
mucho físicamente durante el día (además el 70% del
tiempo lo pasa durmiendo), en cambio sí que necesita
madurar a nivel mental. Al tener ciclos de sueño
muy cortos prioriza el sueño REM, que le ayudará a
conseguir sus objetivos.
¿Lo ven? El sueño de un bebé recién nacido está perfectamente
adaptado a sus necesidades.
Sé que es cansado atender a un niño por la noche (soy
madre de dos), pero sabiendo lo importante que es para un
niño ese tipo de sueño, seguro que a muchos padres les será
más fácil hacerlo. Cualquier intento de alterar esa perfecta
sincronía entre sueño y necesidades del bebé no puede comportar
nada bueno.
Hay profesionales que intentan (muchas veces en vano
puesto que nuestro bagaje genético es fuerte) que los niños
duerman más a base de ofrecerles comidas más pesadas o pautando
unos horarios para las ingestas. Pues bien, estas conductas
no conllevan más que el final de la lactancia14 en la
mayoría de los casos y desarreglos intestinales15 en otros (ninguno
deseable para un recién nacido). Es más, en el improbable
caso de que durmiera un poco más, tampoco es deseable
para un recién nacido incrementar de forma artificial su
sueño, como ya hemos visto.
Lo único que favorece el desarrollo natural del sueño es
la lactancia materna y el colecho.
Recordemos que la leche materna contiene L-triptófano,
que favorece el sueño, y el hecho de succionar del pecho, y
no de un biberón, también ayuda. R. Debré y A. Doumic16 ,
comprobaron que los niños que mamaban más vigorosamente
(se cansaban más) dormían mejor. Citamos textualmente:
«Según ellos, los niños que se nutren mal, sobre todo los que
maman sin vigor, duermen mal. Los niños que en el pecho
hacen unos esfuerzos de succión mucho más importantes que
14 Illingworth, R.S. y Stone D.G.H. (1952); Martines, J.C., Ashworth, A.,
Kirkwood, B. (1989) y Pérez-Escamilla, R. et al. (1993).
Slaven, S., Harvey, D., 1981).
15Host,A. (1991).
Howwie, P.W. etal. (1990).
16 Debré, R. y Doumic, A. (1959), Le sommeil de l'enfant avant trois ans,
P.U.F., París, citado en Ajuriaguerra, J. de (2001).
los que succionan de un biberón, y que además tienen una
alegría afectiva, están mucho más satisfechos y tienen un relajamiento
de tonos musculares mucho mejor que los niños
alimentados con leche artificial.»
D. Levy17 demostró que los perritos amamantados dormían
mejor que los alimentados con biberón. Parece ser que
la succión al pecho cansa y relaja más. Por otra parte, Levy,
también ha demostrado que los perritos que beben de un
biberón con el orificio grande, y por lo tanto con un tiempo
de succión corto, tiene un sueño más superficial y más agitado
que los perritos a los que se hace beber de un biberón
con un orificio pequeño, y consecuentemente con un tiempo
de succión más prolongado.
Ya lo ven, el hecho de que la lactancia esté bien instaurada
sería uno de los aspectos que debemos tener en cuenta
para valorar un insomnio en estas edades tan tempranas. En
el caso de niños con alimentación artificial también se debería
analizar cómo se está haciendo.
El colecho (dormir con el bebé) también es una buena
opción para ayudar en la evolución natural del sueño. En
este sentido, J. McKenna18 ha demostrado que la respiración
de las madres y los bebés cuando duermen juntos, se
acoplan, favoreciendo que el niño alterne las diferentes fases
que va adquiriendo de la mano de la respiración de su
madre. Así mismo, la duración y la calidad del sueño son
mejores.
Citado en Ajuriaguerra, J. de (2001), p. 160.
McKenna, J. J. y Mosko, S. S. (1994).
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A nivel práctico, muchos padres ya saben que una de las
mejores formas de dormir a su bebé es aparentando que duermen
ellos también. Conforme el padre o la madre imitan la
respiración que tenemos cuando dormimos, el bebé se relaja
y se duerme.
El sueño del bebé de 4 a 7 meses
Pasado el primer trimestre, el niño cambia y su sueño
también. Por lo general, desde que nacemos hasta los 7 meses
es el momento de la vida en que nuestro sueño va a cambiar
más.
Veamos parte de esos cambios:
1. El sueño del principio, caracterizado por ser caótico,
va a dar paso en este periodo a un sueño más predecible
y empezará a dormir algo más de noche que de
día.
Hacia los dos meses, aquel sueño tranquilo que tenía
el recién nacido, va a volver a evolucionar hacia fases
más profundas (origen de las fases III y IV) en que es
más difícil despertarle. Muchos padres creen que su
hijo ya siempre será así, pero hacia los tres meses el
sueño se aligerará un poco (origen de las fases I y II)
con lo que piensan que su hijo se está descontrolando
otra vez. No, no se trata de una regresión de lo que ha
adquirido, sino de una evolución hacia fases adultas.
2. A partir del primer trimestre ya no se dormirá directamente
en fase REM, sino que tendrá necesidad de
pasar antes por una fase no-REM. De tal forma que
ahora, si hace poco que se ha dormido, cualquier cambio
puede despertarlo, ya que primero atraviesa unas
fases de sueño ligero antes de llegar a las de sueño más
profundo.
3. Cuando ya ha llegado a las fases más profundas del
sueño tranquilo (fase IV) puede permanecer aproximadamente
una hora en ella. Luego tendrá un breve
despertar.
Muchos padres, llegado este periodo, se quejan de que
al cabo de una hora (u hora y media) de sueño, su hijo
se despierta. Muchos de ellos lo atribuyen a que su
hijo se había dormido en brazos (o en su compañía)
y ahora los echa en falta.
Veamos una carta de Berta, mamá de Carlos (de 4
meses) típica de estas edades:
Bueno, no sé si vamos avanzando o retrocediendo.
Hasta hace poco, cuando dormía lo dejábamos en su
cunita y se despertaba para las tomas nocturnas. Ahora
nos cuesta más: hasta que no está bien dormido no
podemos dejarle porque se despierta enseguida y, a
penas pasa una hora u hora y media, vuelve a despertarse.
¡A veces tarda hasta una hora para volverse a dormir!
[...] Nos han dicho que puede ser porque no estamos
con él cuando se despierta y nos echa en falta,
pero... ¡es que las veces que se duerme solo le sigue
pasando igual!
Hay que partir de la base de que un bebé siempre echa
en falta a sus padres, más aún cuando se despierta por la
noche; pero en este caso, con padres o sin ellos, el niño se
despertará igual. La única diferencia está en la gama de
comportamientos que pueden presentar los niños: los hay
que apenas hacen ruido y se duermen con facilidad en
pocos segundos; los hay más ruidosos y que pueden permanecer
más tiempo despiertos; y por último hay niños
que empiezan a presentar trastornos del sueño como terrores
nocturnos.
¿De qué depende que presente un comportamiento u
otro? Excepto en el caso de los trastornos (explicados en el
capítulo 3) los otros dos únicamente dependen de la maduración
del niño, y siempre llega un día en que el niño
madura y se duerme por sí solo después de un despertar.
Si usted creía que no se despertaría, es falso: todos nos despertamos
unas diez veces por noche, la única diferencia
entre un bebé y nosotros es que nosotros ya dominamos la
técnica. Como mucho, nos damos la vuelta, estiramos las
sábanas y continuamos durmiendo sin tomar conciencia
del despertar.
Pero volvamos a nuestra hipótesis principal: las necesidades
biológicas y emocionales del bebé se sincronizan con
los estadios de sueño y de vigilia para asegurarse aquello que
necesita. Por lo tanto veamos cuáles son esas necesidades y
cómo es el sueño en estas edades.19
19 No sólo lo que necesita repercute en el sueño; en general, todo lo que
hace o siente el bebé durante el día repercute mucho por la noche.
1. ¿Qué necesita un bebé de 4 a 7 meses?
¿Qué necesita el bebé en esta etapa que no hayamos explicado
en la anterior?20
-Adquirir el ritmo circadiano.
-Adquirir las fases del sueño del adulto.
-Alerta selectiva.
-Introducción de los alimentos complementarios.
Adquirir el ritmo circadiano
A partir de los 4 meses todo niño ya tiene menos riesgo
de padecer hipoglucemias; su lactancia está establecida
(si ha mamado durante ese tiempo), por lo
tanto ya puede empezar a diferenciar los días y las
noches sin peligro. El adquirir esta diferenciación le
será de vital importancia para su posterior desarrollo.
Para conseguirlo, en este periodo termina la maduración
del núcleo supraquiasmático del cerebro (verdadero
reloj biológico de nuestro cuerpo). Por eso los
bebés, al principio, no pueden tener un ritmo circadiano
adquirido y son caóticos.
Adquirir las fases del sueño del adulto
Cuando un bebé nace apenas tiene dos de las fases de
sueño (ver sueño bifásico en el bebé de 0 a 3) porque
eso le ayuda en su supervivencia. Poco a poco va adqui-
20Como ya hemos señalado en notas anteriores, muchas son las cosas que
necesita y que va a conseguir nuestro bebé de 4 a 7 meses, pero priorizamos
aquellos aspectos más conocidos para poder ofrecer una visión general.
riendo las otras fases y se sabe que, alrededor de los 6-
7 meses, ya pueden estar adquiridas.
Alerta selectiva
Cuando era pequeño necesitaba mantener constantemente
la alerta en su madre (era vital para su supervivencia)
pero ahora ya no. Ahora sólo lo hará cuando
se sienta solo o entre extraños. Es más fácil dejar un
momento a un bebé con un extraño a los dos meses
que a estas edades.
Introducción de los alimentos complementarios
Una vez cumplidos los seis meses se puede empezar
con las primeras papillas o pequeños trocitos de alimento,
aunque la leche (tanto materna como artificial)
aún sigue siendo el alimento principal. 21
Por lo tanto, ya hemos dicho que nuestro sueño va a favorecer
todo aquello que necesita un bebé, porque va sincronizado
con nuestras necesidades. Veamos si los cambios en
el sueño ayudan a todo lo que acabamos de explicar.
2. Y... ¿cómo es el sueño en estas edades?
— Circadiano.
—Polifásico.
— Inestable.
21Según las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Circadiano
Es decir, diferencia el día y la noche. Aunque cada niño
va a su ritmo, la mayoría de los niños de 7 meses suelen
hacer un par de siestas durante el día y un periodo,
más o menos largo, por la noche. El número de
horas de sueño se reduce (entre 10 y 15).
Esto contribuye no sólo a la adquisición del ritmo circadiano,
tan importante en el ser humano, sino que
también le permite el paso gradual a otro tipo de alimentación.
El sueño es circadiano porque el niño ya posee una
maduración importante del núcleo supraquiasmático
del cerebro (por eso antes no podía ser circadiano y
era caótico). Pero para que funcione este reloj biológico
necesita unos referentes internos y externos que
cada niño irá asimilando a su ritmo. Los padres pueden
ayudar intentando inculcarles esos referentes, pero
el hecho de que lo hagan no es garante de que lo asimilen
en poco tiempo.
En sociedades donde no se intenta que los niños sigan
un horario desde tan pequeños (ni se les dan referentes
externos, ni rutinas, ni nada) se ha comprobado
que, a largo plazo también siguen un ritmo circadiano
y que no tienen ninguna secuela posterior. Más
aún, en este tipo de sociedades el insomnio es prácticamente
desconocido y la gente puede despertarse y
dormir a voluntad en medio de la noche sin mayores
problemas.22
22Small, M. (1998), p.149 y Liedloff, J. (2003), p. 26.
• Polifásico
A partir de ahora, no sólo tiene adquiridas casi todas
las fases del sueño del adulto, sino que puede unirlas
con más facilidad y hacer tiradas de más de un ciclo,
con lo que poco a poco se prepara para poder desarrollar
un patrón de sueño adulto. El hecho de poder
unir más de un ciclo implica, a veces, más despertares,
ya que son muy comunes los microdespertares al
terminar un ciclo de sueño.
• Inestable
Cuando el bebé nace apenas tiene dos de las cinco fases
que tendrá más tarde. El sueño entre los 4 y 7 meses
es muy inestable porque van surgiendo las fases que
faltan y el bebé necesita adaptarse a ellas. Es un periodo
de transición en que los despertares son muy frecuentes
(a veces más que en el primer periodo). ¿Por
qué? Pues ¡porque están ensayando! Ahora hay más
fases y más cambios, y los niños deben ensayar para
aprender.
Imaginad a un bebé que, hasta hace poco, sólo tenía
fase REM y sueño profundo, y que en tres o cuatro
meses aparecen como por arte de magia ¡cuatro fases
más! Si ya era difícil dominar un par de fases ¡imaginad
ahora! Por un lado se supone que podemos
despertarnos entre fase y fase, por lo tanto, a más
fases más opciones de despertarse. Y por otro lado,
dos de estas fases son además de sueño ligero (en que
un pequeño ruidito nos puede despertar). ¿Se extrañan
ahora de que el bebé se despierte más por la
noche?
En los consultorios de los profesionales del sueño son
muy comunes consultas que empiezan así:
Mi niño de 6 meses, desde que nació, más o menos
dormía como todos y se despertaba para hacer sus tomas
por la noche. Pero ahora, parece que vayamos a peor. Se
despierta mucho más y, tras la toma, no se vuelve a dormir
tan fácilmente como antes.
Puede que los padres no duerman bien, de acuerdo, pero
al niño no le pasa nada malo; simplemente está ensayando y
llegará un día en que dominará la técnica de pasar de una
fase a otra.
Si unimos a esta inestabilidad nocturna el hecho de que
se dan otros cambios importantes en la vida de un niño, como
la incorporación de muchas madres al trabajo remunerado
(16 semanas según la actual Legislación española) o el inicio
de la alimentación complementaria (6 meses), todo indica
que será una época muy crítica para nuestro hijo. Quizás sea
una de las épocas en la que necesiten nuestra mayor comprensión.
¿Qué hacer mientras tanto? Ante la duda, nada, porque
podríamos alterar la evolución natural del sueño. Sin embargo,
como hay padres que son muy dormilones (que pueden
juntarse con niños que se despierten más de lo normal), podemos
seguir intentando los mismos consejos que ya dimos
para el periodo de 0 a 3 meses: lactancia materna y colecho.
Las madres que siguen estas instrucciones suelen comentar
que no notan gran diferencia en cuanto al número de des-
pertares (los niños se despiertan igual) pero sí en cuanto al
tiempo que el bebé tarda en dormirse: la mayoría apenas unos
segundos; y la mamá también.
De todas formas hay otras cosas que se pueden hacer en
este periodo, y que veremos en el capítulo 5.

Fragmento del libro de Rosa Jové "Dormir Sin Lagrimas".

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